El espacio es la claridad espiritual que integra proporción, luminosidad y escala. Es la nada articulada con carácter para dar confort y calidad a la vida del ser humano.


Luego está la luminosidad, cualidad del espacio que me llamó mucho la atención. Me hizo acordar a la frase de Le Corbusier, "La Arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz", y entendí que para que la nada se convierta en espacio, la luz es fundamental, y lo ha sido a través de toda la historia. Por ejemplo, al construir El Panteón de Agripa, los romanos lo orientaron de tal forma que en el día del solsticio de verano el sol estuviera radiante detrás de la entrada, y resaltara la entrada magistral del César, haciéndolo parecer casi un ser divino.

Otras cualidades del espacio son el carácter - trasladar una idea, un concepto a un volumen arquitectónico para transmitir una sensación - y la articulación - la correcta vinculación de espacios, la fluidez - así como la espiritualidad, y esta última despertó mi curiosidad, porque me ayudó a comprender que lo más importante no salta la vista, sino que se percibe. Entonces... un arquitecto puede moldear los sentimientos, las experiencias, incluso el desenlace de la vida de las personas... y eso es una gran responsabilidad.
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